DAENERYS I Vientos de Invierno Preston's Version
Daenerys I
<< La noche se avecina, ahora empieza mi guardia- pensó Daenerys mirando a la nieve que caía – No terminará hasta el día de mi muerte>>
Las viudas le dijeron cómo serían el resto de sus días; una vida en los pastos sagrados entre la Madre de las Montañas y la Puerta del Caballo. Una vida de veneración, le dijeron; aunque no podía montar, tomar esposo, ni concebir niño alguno. Tenía prohibido sacrificar ganado, de eso se encargarían los eunucos. Durante su sangre de luna tendría que ir con las más jóvenes a una tienda separada y realizar la ablución. La carne de ave era considerada inmunda como para comerla o si quiera tocarla y los altares para sus rezos de cada hora debían ser de arcilla jamás de piedra. Pero, sobre todo, le habían dejado muy en claro que copular era la peor de las blasfemias. Ningún hombre era más maldito que aquel que yacía con una mujer de las dosh Khaleen.
-Un montón de violadores y ladrones – le había dicho Viserys sobre los hombres que vigilaban el Muro- pero su voto es algo poético. – A veces lo recitaba para ella en la lengua común o en Alto Valyrio, y siempre al decir las últimas palabras cambiaba su tono a uno más siniestro, porque sabía que eso la asustaba. – El tío de nuestro abuelo incluso dejó el trono por una vida en el frío, el muy tonto; también una semilla llegó a ser Lord Comandante.
Daenerys no tenía la paciencia para dirigir a las dosh Khaleen. Las jóvenes entre ellas respondían a las mayores, y estas a su vez a la vieja hechicera de un solo ojo, una mujer arrugada que decía menos que poco. – Él es el semental que montará el mundo – había dicho la vieja sobre su hijo no nato y ahora en su ojo negro solo había desdén mientras Dany cojeaba a través del salón del templo.
Las hechiceras le habían dado una muleta improvisada para que pudiese caminar. La retorcida pieza de madera no encajaba cómodamente debajo de su brazo mientras se las arreglaba para darse paso. Dany se preguntaba como Ser Willem se las había arreglado para moverse con semejante cosa. A pesar de que tenía libertad de andar por la ciudad, o al menos nadie le había dicho lo contrario, no se atrevía a aventurarse más allá del templo porque significaba tener que soportar miles de punzadas de dolor.
Con cada paso que daba, Daenerys recordaba el fuerte crujido que había dado su tobillo cuando había sido arrastrada detrás de la montura de Jhaqo. Khal Jhaqo y sus cincuenta jinetes habían encontrado a Daenerys en el Mar Dothraki, cubierta de barro, sangre y grasa de caballo; parada junto a Drogon mientras este desgarraba un pedazo de carne chamuscada del más lento de los caballos de Jhaqo. Daenerys montó sobre el cuello de Drogon y contempló al primero de los ko de su esposo mientras decía <<Dracarys>>. Sin embargo, en vez de respirar fuego negro, Drogon sacudió su columna escarlata. Dany se aferró a sus escamas negras con sus dedos grasosos y resbaladizos y cuando Drogon despegó del suelo, Daenerys cayó de su montura.
Medio centenar de dothrakis rieron y aullaron con regocijo. El dragón no había extinguido sus vidas, sino más bien emprendido vuelo y dirigido al sur-oeste hacia Rocadragón. – Vuestro demonio os ha abandonado – gritó ko Mago, su voz era como una daga para ella. Ataron una soga alrededor de su cuello y la sujetaron al cabestro del semental de Jhaqo en el creciente crepúsculo. Media legua después, Daenerys no pudo correr más y cayó.
Atada sobre el caballo de Mago, como el cuero de un hrakkar, fue como llegó al khalassar de veinte mil personas de Jhaqo. Después de eso le encontraron una carreta desvencijada. Alguien se las había arreglado para acomodar su tobillo y ponerle una férula; en su agonía jamás supo quién. Los primeros días del viaje a Vaes Dothrak estaban llenos de mofas y risas, los dothrakis la llamaban <<khaleesi Rhaggat>>, la Reina de la carreta. Su tobillo gritaba de dolor con cada brinco de su nuevo trono, aunque los quejidos de Dany eran ahogados por el traqueteo de la marcha del khalasar. Una vez al día, un niño desconocido la alimentaba con leche de yegua a punto de pasarse y carne seca de caballo, aunque tenía la boca demasiada seca como para masticarla. Sin rutina alguna, una mujer muda de rostro adusto le cambiaba la férula constantemente manchada por su agua marrón.
-Doscientas leguas para Vaes Dothrak – escuchó decir a uno de los jinetes del khas de Mago – Solo un cambio de luna más – Al cuarto día, el cielo estaba nublado y en el sexto día la lluvia comenzó a caer. Al comienzo solo era una pequeña llovizna, que fue refrescante para el khalasar y un regalo de los dioses para Daenerys. Pero continuó lloviendo al día siguiente, más fuerte, y el día que siguió a este, más fuerte aún, y al día después de ese, igualmente la mitad de fuerte. El khalasar de Jhaqo se había transformado en una caravana de hombres embarrados que caminaban a duras penas a través de un gran pantano de hierba.
Al comienzo, las lluvias salvaron a Dany de morir deshidratada, pero los días eran cada vez más fríos y los dothrakis la habían ataviado con poco más que harapos. Treinta días vinieron y pasaron, y aún la Madre de las Montañas no se hallaba a plena vista. En el cuadragésimo día de su viaje de un solo cambio de luna, comenzó a caer cellisca. Para entonces, a Dany no le quedaba carne ni grasa para mantener el calor. Una noche helada, el esqueleto que alguna vez había sido Daenerys de la Tormenta dejó de temblar y cayó en un sueño profundo. Ella no esperaba despertar de nuevo, pero despertó frente a la vista del rostro de piedra de un hombre con cuerpo de dragón. <<El saqueo de los señores de los caballos>> Daenerys lo conocía. Tomó la estatua como un presagio, aunque uno malo. La esfinge Valyria se encontraba envuelta en una manta de hielo. <<Atrapada – pensó Daenerys – como un centinela>>
Con el tiempo, los sentidos de Daenerys habían vuelto a ella, junto con su fuerza. Ahora, bajo la vigía de las dosh Khaleen, sus heridas estaban sanando rápidamente, sin embargo, gracias a los frecuentes golpes de las hechiceras se volvían a abrir una vez más. Su tobillo se había soldado lo necesario como para que tuviera la suficiente confianza para usar la muleta mientras se tambaleaba por alrededor aprendiendo el trabajo de las mujeres en Vaes Dothrak. Los rituales estaban escritos en piedra y las tareas eran infinitas, así como las lecciones sobre la magia de la hierba, los caballos y el grano. A las viudas no les faltaba el humor, negro como era, ya que habían obsequiado a nueva hermana viuda el mote <<Khaleesi Tolorro, Reina de los Huesos>>
Día tras día pequeñas partidas de jinetes y khalasares marginados entraban de a poco en la ciudad, y Dany veía como las hechiceras recibían el pago del tributo en sal, plata y semillas. Los regalos frecuentemente eran pobres y Dany captó pequeñas muestras de contrición de los kos y khals debido a sus pobres ofrendas: Khal Pono era el principal culpable de la escasez, clamaron todos. A pesar de la nevada, la ciudad se estaba llenando con dothrakis, y los mercados se llenaban de vendedores. Cada día crecía cada vez más el olor a caballo chamuscado y estiércol quemado. Aquellos que cabalgaban con Jhaqo sobrepasaban a los demás en Vaes Dothrak, pero eso estaba a punto de cambiar.
Khal Pono volvía.
-Pono ha matado a Motho – susurró un esclavo de Khal Jommo después de presentar un saco de maíz. – Las esposas de Jommo estarán entre nosotros pronto – le siguió un segundo rumor de la boca de Rhogoro, el hijo taciturno de Khal Moro. Pono se había casado con la hija de Khal Zekko, con la concesión por parte de Zekko de su khalasar como regalo de novia. Por costumbre, la hija pasaba ese regalo a su nuevo esposo. Daenerys entendió porqué los khals volvían. La novia debía ser presentada ante las dosh Khaleen.
La luna estaba cubierta por nubes de la misma manera que el tiempo pasaba borroso para Daenerys. Ella ya había olvidado el día, la semana, el mes que era. Los días grises eran cada vez más cortos y las noches más frías. Extrañaba el sol, las estrellas y sus dragones. Esas cosas se encontraban en el mundo fuera de la Puerta del Caballo. Creía que moriría aquí, en la misma ciudad en la que había muerto su hermano.
-Khaleesi Tolorro – le dijo Jalani una noche – El tiempo ha llegado.
<< ¿Para qué? – se preguntaba Daenerys>> pero de todas formas siguió a la viuda sin decir palabra alguna, apoyándose fuertemente en su muleta.
Dany fue llevada a una alcoba escondida del templo donde la vieja hechicera arrugada se encontraba sentada en un banco de madera saqueado de una tierra lejana. Estaba hecho de un árbol de corteza negra, pulido y maqueado. El diseño de su parte trasera era una maraña de escritura extranjera que Daenerys nunca antes había visto, quizás palabras de los Jogos Nhai. La madera negra brillaba como el metal en una noche iluminada. Arriba del asiento, la vieja tuerta parecía casi una reina.
-Comed conmigo niña. – dijo la anciana, en dothraki- Os veis más muerta que yo. – Dirigió su mirada a una mesa de piedra que tenía un plato de carne de caballo bañado en yogurt y granada seca. La sangre de la carne hacia ver al plato como un revoltijo rosado rojizo. Daenerys se sentó, sumergió sus manos en la salsa y comió. Estaba delicioso.
Entre mordiscos, Daenerys se las arregló para preguntar. - ¿qué queréis de mí? – <<siempre quieren algo - pensó>>
-Vuestras palabras.
Daenerys sacudió su cabeza. - ¿A qué os referís?
-¿Por qué creéis que Jhaqo no os mató?
Daenerys recordó cómo había sido arrastrada por su semental. <<Casi lo hizo – pensó - >> Pero lo que dijo fue. – Es un hombre supersticioso. Las dosh Khaleen son sagradas.
Eso hizo sonreír a la anciana tuerta. – Lo somos. Sin embargo, esa no es la razón. Jhaqo es fuerte, pero también astuto. Ningún hombre lidera miles de dothrakis sin ser inteligente. Él sabe que el ascenso de Khal Pono es inevitable. Pono ha derrotado a mi Motho. Él ha vencido al khalassar de khal Zekko y proclamado a su hija como Khaleesi. Jommo y Moro son ahora los siguientes en ser aplastados. Khal Jhaqo sabe que su tiempo es corto. Los dothraki se devoran así mismos. Como dicen en Lhazar, cuando los hombres no tienen ovejas, comen hombres.
Daenerys mordió de nuevo la carne, masticó y tragó. – Vos y Jhaqo conspiran contra Khal Pono. ¿eso que tiene que ver conmigo?
-Las dosh Khaleen no nos arrodillamos ante nadie. Las dosh Khaleen no nos inclinamos ante nadie. El verdadero poder de los dothrakis, reside aquí. Sois parte de las dosh Khaleen.
-Cierto. – dijo Dany- una viuda lisiada sin trenza ni jinetes, peor que inútil.
-Khal Jhaqo me dice que Drogo creía que erais mágica, la sangre de la antigua Valyria. Sois la madre de dragones, todos estamos de acuerdo en eso. Los hombres escuchan vuestras palabras, aunque les cueste admitirlo. Pono os escuchará como la voz de las dosh Khaleen, estoy segura de ello, y en nuestros humos vemos los días venideros.
<<Profecías >> -comprendió Daenerys. Estaba furiosa. – Una farsa de titiriteros – rugió – Dijisteis que mi hijo sería el semental que montaría el mundo.
-Las campanas de su pelo anunciarán su llegada- recitó la anciana – y los hombres de leche, en las tiendas de piedra, temerán su nombre. Lo recuerdo. Estuvo bien practicado.
<< ¿Practicado?>> Daenerys pensó. - ¿Por qué?
La anciana tuerta observó muy fijamente a Dany y finalmente dijo. – Los otros os llaman Khaleesi Tolorro, pero no porque seáis delgada, niña. Sino porque sois del Desierto Rojo.
<< ¿del desierto rojo?>> Dany no entendía absolutamente nada. << ¿qué sabe esta anciana de mi vida? - pensó.>> Dany comenzó a explicar. – Nosotros nos dirigíamos a…
-Qarth. – La anciana no la dejó terminar la frase- la ciudad de los hombres de leche.
Daenerys sabía que los Qarthienses eran llamados hombres de leche, pero ella siempre supuso que las dosh Khaleen hablaban de esa manera de los Ponienties. - ¿qué hay en Qarth que concierna a los dosh Khaleen? – preguntó.
-Nada. – la viuda encogida rio entre dientes – Vuestro cobarde de hierro, él os vendió.
-Mi hermano me vendió, Khal Raggat.
-El andal. – insitió la anciana. – Jorah. <<ella recuerda su nombre después de todo este tiempo>>- pensó. – Él mató a vuestro hermano con artimañas y vino fuerte.
Tan pronto como Dany las escuchó, sus palabras fueron como puñaladas en el estómago. Viserys llegando borracho, pero sin monedas, empuñando su espada y una voz en la lengua común provocándolo. <<Jorah>>
-Tendríais que haber perecido en las arenas o en los muros de la ciudad de los hombres de leche, no importaba. Vos, vuestro Khal… vuestro príncipe.
-Rhaego – susurró Dany. Sujetó su muleta y se levantó – ¡Explicaos!
La vieja apretó la mandíbula y abrió sus fosas nasales. – Lloráis a vuestro hijo, pero Khal Motho era el mío. Cuando un khal cae de su caballo, la khaleesi se vuelve parte de las dosh Khaleen. Sin embargo, ¿cuándo una madre no actúa como tal para con su propio hijo? La Madre de las Montañas lo amará hasta que sea polvo, de la misma forma que yo lo haré – Se limpió una lagrima de su ojo y de nuevo río entre dientes – Las dosh Khaleen saben lo que un khal necesita oír. Vuestro Khal Drogo tenía el cabello más largo de todos, pero vos erais la espada que lo cortaría. Mis palabras vinieron después de un regalo de plata pentosi, pero lo habría hecho sin regalo alguno para salvar a mi Motho del arakh de vuestro Drogo. El andal y yo queríamos que vos y vuestro khal fueran hacia el este para siempre, y así lo hicimos.
<<Plata pentosi>> - Illyrio – Dany tartamudeó – Él nos quería en el oeste, no en el este … a mi hermano en el Trono de Hierro … - Sus palabras eran débiles. Una vida atrás, había preguntado a Viserys porqué Illyrio les daba tanto. Su hermano no le había dado una respuesta satisfactoria. En el fondo, Daenerys siempre había sabido que el magister estaba jugando con ellos. Fue por ese motivo que ordenó a Groleo que desviara sus barcos hacia la Bahía de Esclavos. Pentos era la guarida del lobo. << ¿A caso cada regalo de Illyrio estaba envenenado? ¿Doreah? >> Viserys estaba furioso después de que la chica Lysena le ordenara almorzar con Dany. << ¿Belwas? >> Sus consejos siempre la instaban a crear conflicto, disfrazándolo como el berrinche de un niño. << ¿Barristan? >> Jorah confiaba en él menos que en los demás.
-No estoy segura que es lo que realmente quiere el hombre gordo – dijo la vieja – Mis pajaritos dicen que hubo una charla en el Mercado Occidental sobre un armisticio, cinco años de paz. Lys, Myr y Tyrosh dejarían de lado sus riñas y los Khals no buscarían regalos a través del Rhoyne. Pero ¿quién sabe? Como dicen los hombres del ocaso, las palabras son viento - Buscó entre sus piernas y sacó un pequeño bolso que Dany no había reconocido antes – Lo que sé es que nadie amó a tu hermano.
-Yo amé a mi hermano – insistió Dany, insegura de sus palabras.
- ¿En serio? – preguntó la vieja viuda – Cuando mi Motho murió, los hombres que lo adoraban le construyeron una pira. En el oeste, los hombres son enterrados por los parientes que los aman, o eso escuché. Los hombres de Ib lanzan a sus muertos al mar mientras cantan con voz en cuello canciones de amor. Es extraño que nadie, ni vuestro pentosi, ni vuestro andal, ni vos, viniereis a buscar esto – la vieja sacó de la bolsa un cráneo deforme. Brillaba.
Daenerys Targaryen cayó sobre sus rodillas.
Uno de los viejos cuentos que Viserys le solía contar, era de Aceroamargo. Aegor Ríos era una semilla de dragón del cuarto Aegon, feroz, furioso, y exiliado junto con los otros pretendientes Fuegoscuro. Ríos era un villano, un perro del usurpador Daemon, y aún así Viserys había encontrado algunas cosas que admirar del bastardo. << Con menos de diez mil hombres, casi pone a Haegon en el trono. Eso es todo lo que uno necesita. Sin la traición de su hermano …>> Después de que Aceroamargo muriera, su cráneo fue una inspiración para los demás exiliados.
-Quedáoslo o vendedlo – le dijo la vieja viuda – Es vuestro si aceptáis mi oferta. Con el dinero, imagino que podríais encontrar algún contrabandista en el Mercado Occidental que vaya hacia Qohor. Es más seguro que las Dosh Khaleen ni se den cuenta que desaparecisteis.
<<Libertad>> Daenerys miró a lo que quedaba de su hermano. <<sonríe>> Daenerys miró desde el cráneo brillante hasta el único ojo negro de la vieja. Podía ver ser su reflejo en él. Sus pensamientos eran para Rhaego y Eroeh mientras su boca se llenaba de bilis. Después de un momento, dijo – He sido metida al tablero de Sitrang, pero no soy vuestra pieza para mover a gusto. No tengo razón alguna para aborrecer a Khal Pono.
Sin una palabra, la hechicera colocó el cráneo devuelta al saco y Daenerys regresó a su habitación.
Al khalasar de Khal Pono le tomó la mayor parte del día atravesar la Puerta del Caballo. No había necesidad, ya que Vaes Dothrak no tenía muros, pero así había sido decretado por las dosh Khaleen. Cada hombre y mujer, caballo y niño, eunuco y esclavo necesitaban ser bendecidos ante los corceles cubiertos de hielo. La sombra de la Puerta del Caballo era sagrada.
-Los sementales de bronce deberían ser separados más el uno del otro- se quejó un mercader del Mercado Oriental. Miró al cielo, donde la nieve continuaba cayendo – Estaré sirviendo a clientes toda la noche en el frío – las dosh Khaleen ignoraron al infiel.
El khalasar de Khal Pono sobrepasaba los más de treinta mil guerreros, más que los otros khalasares combinados. Aunque aún no era tan extenso como el que había sido de Drogo, pero se esperaba que lo sobrepasase pronto. Khal Jhaqo había ordenado a su khalasar permanecer en sus aposentos y fuera de los mercados para evitar provocar a Pono, pero Jhaqo también temía la deserción. <<Los dothrakis siguen la fuerza – observó Daenerys – y Jhaqo está lleno de miedo. Bien>> Cuando Pono era el ko de Drogo, le había llegado a agradar. Era amable, obediente, y le mostraba el honor y respeto que le correspondía como Khaleesi. Mientras que Jhaqo … Daenerys solo pensaba en Eroeh. Uno de sus primeros actos como khal fue dar a sus jinetes de sangre la chica Lhazarena, la violaron y masacraron.
Era entrada la tarde cuando Khal Pono, sus jinetes de sangre y un grupo de esclavos se aproximaron finalmente al templo de las dosh Khaleen con sus ofrendas. Eran abundantes. El primer jinete de sangre en presentarse estaba ataviado con voluptuosas pieles qohorienses. Se inclinó cortésmente ante las dosh Khaleen – Presentamos ante vosotras la ofrenda de sal – hizo un gesto a sus esclavos, quienes entregaron tres pesados cofres de sal de mar Lorathi ante el templo.
El segundo jinete de sangre en pasar adelante estaba ataviado con una capa gruesa de lana Lhazarena. No se molestó en hablar, pero su ofrenda era más que generosa. Los esclavos pasaron adelante con una docena de platos, cuchillos, candelabros y oro volantino.
El tercer jinete de sangre vestía un jubón de cuero con un chaleco dothraki pintado en la parte superior. También tenía guantes de cuero, pero sus brazos estaban desnudos ante los elementos. Sobre su espalda llevaba un arco hecho de huesodragón de unos cinco pies de largo, con forma de doble curva. Daenerys conocía ese arco. Había sido su regalo de novia, pero se había deshecho de él el día que dio a luz.
<<Aggo, sangre de mi sangre>>
Daenerys miro hacia la silla de montar de Pono. Colgando de el había una colección de trenzas de sus asesinatos. El arakh de Rakharo seguramente había sido dejado en la Puerta del Caballo, pero no tenía duda alguna de que había sido asesinado, junto con cualquiera que se hubiera aventurado al norte de Meereen. ¿Jhogo? ¿Daario?
Después de las ofrendas que habían sido traídas al templo, Daenerys se acercó a la vieja tuerta en su alcoba. La vieja hechicera bebía leche fermentada de yegua en una copa de barro.
-Pono muere – dijo Daenerys.
La madre de Motho asintió.
-Durante la ceremonia ¿qué palabras debo decir?
La vieja cerró su ojo mientras la leche calentaba sus huesos. – Las recordareis.
Esa noche Daenerys soñó que estaba cubierta de cadenas, ahogándose.
El corazón era nuevamente la mitad de extenso que el que había sido presentado a Dany. La joven khaleesi llevó la masa humeante a sus labios tensos y los apretó profundamente en la carne fibrosa, excavando con sus dientes alrededor de la mordida como una serpiente tragando un huevo. Atrás del coro de las hechiceras se encontraban las más jóvenes de las dosh Khaleen, balanceándose y cantando. Daenerys había perdido el ritmo de las palabras y empezó a moverse con su muleta entre las jóvenes hechiceras, su tobillo que estaba sanando le escocía mientras la ceremonia se prolongaba. La hechicera al lado derecho de Dany soltó sus manos que estaban entrelazadas y balanceó su puño como un lucero del alba arriba y debajo de las costillas de Dany. El contacto le quitó el aire, pero mandó el mensaje claramente. <<Obedece. Eres una mujer de las dosh Khaleen>>
La novia de Khal Pono comía vorazmente. Sangre salió disparada de las venas cortadas del corazón. En su cabello y encima de sus amplios hombros caían copos de nieve del cielo oscuro. La fornida hija de Khal Zekko estaba iluminada por la luz de las antorchas y por la adoración que emanaba de los ojos de su khal. Pono lucía una sonrisa gruñona debajo de su fiero bigote.
Con fuerza, Dany se volvió a unir al canto, impulsando su poder hacia la sangrienta khaleesi en la fosa de yeso de abajo. La novia dio otra mordida, el corazón casi desaparecía. Daenerys se quedó callada, viéndose así misma en el lugar de la chica, los músculos de su mandíbula ardiendo mientras se obligaba a tragar un trozo de carne dentro de un estómago a punto de estallar. Para la khaleesi de abajo no había requerido tanto esfuerzo. << ¿Cómo es que todo se había acabo tan rápido? >>
La khaleesi de Khal Pono tragó el último bocado, se dio la vuelta pavoneándose y sonriendo satisfactoriamente, y anunció a las dosh khaleen con un grito, - ¡Khalakka dothrae mr’anha! – Una proclamación que Dany había practicado por días antes de que llegara su momento. – ¡Un príncipe cabalga dentro mío!
El canto de las hechiceras se fue apagando mientras la más vieja con su único ojo avanzab hacia la mujer roja en respuesta. – ¡Khalakka dothrae! ¡El príncipe cabalga!
-¡Está cabalgando! – las viejas titiriteras recitaron – ¡Rakh! ¡Rakh! ¡Rakh haj! Un niño, un niño, un niño fuerte.
A la señal, sonó el repique de las campanas, el cuerno y el canto de las hechiceras. Los eunucos llenaron el brasero con pastos y el humo llenó el escenario. Después la casa se quedó en silencio con el sonido del viento, el crujido de la nieve que caía y con el correr del Vientre.
Daenerys comenzó la cuenta regresiva desde cinco, y después pasó al frente con las líneas. – He visto su rostro, he oído el trueno de sus cascos.
Un murmullo corrió en la audiencia. Los ojos de Khal Pono se centraron en la actuación de la Madre de Dragones.
-¡El trueno de sus cascos! – corearon las demás.
-Veloz como el viento cabalga, y tras él su khalasar cubre la tierra, hombres incontables, los arakhs les brillan en las manos como cuchillas de hierbas para cortar – Los ojos de Daenerys se encontraron con los de Pono – Fiero como la tormenta será este khal.
El rostro de Pono estaba inmóvil con una mirada penetrante. Los demás Dothraki buscaban las caras de los demás atontados por la declaración de Daenerys.
Daenerys se arrodilló, con sus ojos ahora girando atrás de su cabeza – Veo a sus enemigos, no, sus víctimas, las primeras hijas de Valyria, acobardadas dentro de sus anillos negros. Sus jinetes de sangre sonarán un cuerno y el muro se romperá, abriéndose ante su khalasar. Entonces…
Daenerys hizo una pausa. Los espectadores esperaban sus palabras.
Su rostro se llenó de terror – El invierno llega. Cada hombre, masacrado. Cada esposa, violada. Las entrañas de los niños se apilarán en las calles. El khalasar reirá ante los gritos de los muertos y celebrarán en los corazones de estos. El Rhoyne se volverá rojo por la sangre. Volantis arderá, el viento se llevará sus cenizas. Nada quedará – Daenerys se estremeció y lamentó, apuntando hacia Khal Pono – Él es el semental que montará el mundo – empezó a sollozar, llevando sus uñas a su rostro. Apretó tan fuerte que se hizo cuatro cortes sangrientos en cada mejilla. Con su cara goteando, miró de nuevo a Khal Pono – Seré la última Valyria. Moriré sola. – y colapsó.
Los dothrakis estallaron en aplausos.
Después de la ceremonia, Jommo y Moro juraron alianza a Khal Pono y renunciaron a sus khalasares. Khal Jhaqo y sus kos miraron en silencio mientras la vieja tuerta daba a Daenerys una mirada confusa. <<Se pregunta por qué improvisé>>
La celebración creció con la llegada de pieles de leche cuajada de yegua. Mientras los dothrakis bebían insaciablemente, Dany se encontró a sí misma recordando a Mero y sus Segundos Hijos, embriagándose de vino. La emboscada de Jorah había atrapado a los Braavosi y sus hombres desprevenidos y estos estaban demasiado metidos en sus bebidas como para poner pelea alguna. El Bastardo del Titán huyó de miedo y Ben el Moreno se convirtió en el nuevo líder de los Segundos Hijos. << ¿Qué clase de nombre era el Bastardo del Titán?>> – se preguntaba Daenerys - << ¿qué titan? >> Nunca se lo había preguntado al gigante hombre pelirrojo. <<Supongo que jamás lo sabré>> Ser Barristan había matado al mercenario rebelde.
Las estatuas que bordeaban el camino comenzaban de nuevo en el camino ancho hacia el Vientre del Mundo. Eran poco más que sombras en una noche sin estrellas, sus rostros cubiertos por nieve y hielo, pero Daenerys aún sentía que la observaban. Pensó de nuevo en la historia de Viserys de los setenta centinelas. <<Intentaron escapar, pero no había escape alguno. Qohor se hallaba a mil leguas.>> Si su contrabandista tenía éxito ¿qué destino le aguardaba? ¿la vida de una reina méndiga? ¿Muerta por la daga de un asesino? Recordó el sueño.
El recorrido al lago era lento, pero un gran corcel logró tirar de su carro sobre los ventisqueros nevados. Las dosh khaleen cabalgaban delante, cada una emparejada por jinetes eunucos. El ruidoso grupo de Khal Pono, su khaleesi y sus muchos aliados lideraban la procesión. Cabalgando en la retaguardia se encontraban Khal Jhaqo, Ko Mago, sus jinetes de sangre y khas, todos en silencio.
Una capa de hielo y nieve se había formado entre las cañas del Vientre del Mundo. Crujía y se rompía debajo de los pies desnudos de la hija de Zekko mientras se daba paso dentro del calmado lago. La Khaleesi se bañó en las sagradas aguas, lavando la sangre de su cabello, su rostro y su musculoso cuerpo. Ignorando el frio, volvió seductoramente a la orilla, con agua cayendo de su figura desnuda. Khal Pono apenas podía contener su deseo, su virilidad se encontraba hinchada y fuera de sus calzones. Los dos saltaron el uno al otro y se acoplaron furiosamente en la orilla del lago, gritando con pasión. Los espectadores borrachos los vitoreaban, ahogando los cánticos de las dosh khaleen.
Dany cojeó por la orilla del Vientre lejos de las antorchas de los Dothrakis. Miró atrás, todos los ojos observaban a la pareja, menos los de Mago, quién miraba cómo desaparecía en la oscuridad de la noche. Para su alivio, no la siguió. << Soy un perro viejo alejándose para morir>>
Después de cierta distancia, los vitoreos desaparecieron y Dany solo escuchaba el sonido del viento, la nieve y el Vientre. Se despojó de sus ropas, dejando caer su capa entre las cañas cubiertas de hielo, y se metió al agua. Su última vez en el Vientre del Mundo, el agua se había sentido fría, pero esta noche en el frio aire, estaba sorprendentemente cálida.
Cálida como un vientre . Cálida como el abrazo de Daario. Cálida como la sangre.
Daenerys salió del agua de espaldas, mirando al cielo oscuro. El agua la hacía sentirse pura. Los ocasionales copos de nieve acariciaban su vientre, sus piernas, su rostro. Sus ojos se cerraron y dejó que el calor la abrazara.
Irri le había dicho que el Vientre no tenía fondo. Si se ahogaba se sumergiría para siempre en la oscuridad.
<<Flotando>>
Dejó escapar su aliento y se dio la vuelta. El Vientre la envolvió.
<<Flotando … cayendo>>
En la oscuridad, su mente se iluminó con un panal de recuerdos: fuego y cadenas y dragones rugiendo, sangre en sus muslos - miró su propio rostro dentro de la armadura de un caballero y un cielo estrellado durante el día- corrió por un pasillo de puertas, todas a la izquierda, cada habitación un enigma.
<<Historias. Sueños, Profecías>> Todo parecía una tontería para ella ahora. Peor que las leyendas de snarks. Siempre había sido bombardeada con cuentos que no eran suyos, su cuerpo siendo una marioneta para aquellos que la rodeaban. <<Viserys, Jorah, Mirri Maz Duur, Quaithe, Los Eternos, Hizdahr, La Gracia Verde, la vieja hechicera>> Todos procuraban decirle quien era y quien debía ser. Nunca había roto sus grilletes, sólo había sido exhibida por poderes que no eran suyos.
<< ¿Quién soy yo? >> Daenerys lloró por dentro. Mirando adentro, vio una puerta roja a la deriva en el fondo del infinito Vientre. << ¿Quién soy yo? ¿Quién pude haber sido? >>
La puerta se retorció. Tenía ojos, dos estrellas. Ahora era una máscara.
Le susurró.
Daenerys se acercó a la luz de las estrellas.
Despertó con el sonido de un chapoteo creciente. Daenerys salió a la superficie tomó aire. Olas se estrellaron a su alrededor con violencia. Los Dothraki gritaban de pánico.
Una fuerza repentina debajo de Dany la levantó. Fuera del Vientre del Mundo, en el choque del aire frio, ella ascendió. Debajo de ella había una maraña negra, que se retorcía, la había levantado, era resbaladiza por el agua, caliente al toque. Más y más alto la llevó al cielo oscuro. Tenía escamas.
Por debajo podían ver el acopio de gente en el Vientre corriendo hacia los caballos, algunos cayendose. Drogon con su madre en su espalda, rugió, descendió y lanzó una llama envolvente hacia abajo a lo largo del camino, envolviendo kos, jinetes de sangre, y khas en su vuelo desde el Vientre. Las mujeres y las hechiceras huyeron hacia el Vientre para protegerse. Sus cabellos, la pintura encima de sus chalecos de cuero se quemaban mientras se zambullían en el agua.
Dany encontró a Pono, desnudo, huyendo cabalgando hacia la noche. Desapareció en la oscuridad, pero Drogon capturó su esencia … igual que Dany. Era el olor de sudor y leche de yegua, la humedad de su khaleesi mezclada con su semilla, el aceite de su cabello y el caballo debajo de él. Pero, sobre todo, apestaba a miedo. Con unos pocos aleteos de Drogon, lo encontraron y bañaron en llamas.
Jhaqo y Mago estaban casi lejos, pero Dany olfateó sus monturas y cuerpos. Daenerys giró su montura para perseguirlos. Drogon, con Eroeh en mente, descendió sobre los hombres con sus piernas aplastantes. Las espaldas de Jhaqo y Mago se quebraron estrepitosamente. Gritaron mientras caían en espiral de sus caballos, rogando por una jaqqa rhan. Drogon se alzó al cielo y Dany miró abajo a los hombres que pedían misericordia en la nieve.
Daenerys regresó al Vientre del Mundo. Las dosh khaleen emergieron del agua, desnudas, temblando, arrastrándose. Algunas cantaban, algunas sollozaban, algunas suplicaban por sus vidas.
-Soy Daenerys de la Tormenta de la Casa Targaryen – les dijo – La primera con el nombre, La que no arde, Reina de Meereen, Reina de los Andals y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Khaleesi del Gran Mar de Hierba, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones.
La vieja tuerta trepó de las cañas para acurrucarse entre sus compañeras viudas. Ella había estado en lo cierto: Dany había recordado sus palabras.
-Para vosotras mujeres -Dany continuó – soy vuestra sacerdotisa suprema.
Encima de la nieve que caía bajo la Madre de las Montañas, las mujeres del dosh khaleen se arrodillaron e inclinaron sus cabezas.
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Valar Morghulis